Celebrando la vida a través de la música.
1de Agosto, 2024
Por: Alex Diáloga
Es un hecho que las imágenes, los sonidos y los olores pueden evocar en nosotros los más intensos recuerdos. A mi me pasa mucho, y de hecho me gusta mucho observar fotografías para recordar diferentes experiencias que me han marcado en mi vida. Por ejemplo, las fotos de mi boda con mi esposa y nuestra luna de miel. O el viaje que realizamos cuando le pedí que se casara conmigo. Fotos de mi niñez y adolescencia también. Me gusta contemplar las fotografías y recordar. También me pasa mucho con la música. Hay canciones que se volvieron el “soundtrack” de mi vida.
A mi me gusta coleccionar discos de vinilo. He tenido la fortuna de poder ir recuperando ciertos discos de los cuales perdí los originales, o sea, los primeros que compré. De algunas canciones ya ni siquiera me acuerdo, pero cuando logro conseguir una copia del disco que recuerdo y pongo por primera vez, después de muchos años, la aguja sobre el disco y de los altoparlantes emanan esas primeras notas de una canción, surge en mi una inmediata corriente de nostalgia, alegría y remembranza. ¡Wow! Es casi como si experimentara un viaje a través del tiempo y me logro ubicar en tiempo y espacio cerrando mis ojos, en una determinada época. Y es precisamente que la música es tan poderosa en este sentido, que incluso, canciones que no me gustaban para nada hace muchos años, ahora las escucho con cierta alegría y nostalgia, como me sucede con las que me gustaban desde hace muchos años. Digamos que “crecieron en mi”. Los seres humanos somos muy afortunados con contar con muchas cosas hoy en día que nos permiten mantener presente recuerdos que de otra manera, quizás habríamos olvidado poco a poco por la infalible influencia del tiempo sobre nuestras neuronas. Es normal que en ocasiones recordemos algo de una manera no muy apegada a la experiencia real de lo sucedido, pero si a una experiencia idealizada por nosotros. Aún así, son nuestros recuerdos, nuestros tesoros. Nuestra verdadera riqueza. Sabemos que todo lo material, de todo aquello que nos hacemos a lo largo de la vida como lo son nuestros discos, o guitarras, o motocicletas, o relojes, o un gran etcétera, finalmente son en realidad, cosas prestadas en cierto sentido. Son cosas que quizás y con mucho cuidado, nos puedan sobrevivir más allá de nuestro tiempo en esta experiencia material. Pasarán a ser de alguien más y no hay mucho que podamos hacer al respecto. Sin embargo, nuestros recuerdos y experiencias, nuestras idealizaciones ya sean fieles a lo ocurrido o de cierta manera editadas a la medida de nuestros sentimientos, se quedan con nosotros. No hay nada más real para cada uno de nosotros, que nuestra propia experiencia. Y lamentablemente en muchas ocasiones, no cuidamos de estas como deberíamos. A veces decimos que la “vida nos sucede” y es verdad. Pero también, creo que cada uno de nosotros podemos cuidar de nuestras experiencias, así como también podemos cuidar de lo que entra en nuestra cabeza.
La experimentación es sana, pero más sano aún, es el criterio con el que nos guiamos a través de la vida. Insisto en que somos una generación privilegiada, porque somos testigos de grandes cambios tecnológicos y hemos logrado adaptarnos a estos por la necesidad que implica este aprendizaje para moverse en este mundo en constante cambio. Tenemos hoy en día en la punta de nuestros dedos, la posibilidad de consultar lo que deseemos. Podemos ver innumerables fotos y videos de lugares tan lejanos y asomarnos, aunque sea de manera breve, a distintas realidades. Antes, las personas con cierta disposición y talento se convertían en celebridades en el mundo del entretenimiento y hoy en día han sido sustituidos por creadores de contenido. Sobre todo contenido que nos permita tener alguna experiencia del mundo real, por muy breve o trivial que sea. Parecería que hoy en día le damos más importancia a conocer lo más que se pueda de los detalles de las vidas ordinarias, que enriquecernos de talento extraordinario y desarrollado. Hoy en día, el resultado rápido para poder pasar a lo que sigue es la prioridad, así sea incluso con la ayuda de la inteligencia artificial.
¿Y en donde queda nuestra experiencia? ¿Donde queda nuestra riqueza a través de nuestros recuerdos idealizados? Pues la verdad es que sigue ahí. Está a nuestra disposición, y solo es ir a por todo aquello que nos brinde riqueza existencial. Recomiendo ampliamente cuidar lo que consumimos en nuestro día a día. Me refiero a saber o si es necesario, aprender a frenar este constante bombardeo de información incesante, que nos agobia por todos lados. Por eso, la música es sabia, noble y profundamente hermosa. ¿Quien de nosotros honestamente podría decir que viendo Tik Toks evocaremos el recuerdo intenso de unas vacaciones románticas? Quizás haber hecho un Tik Tok si, pero ¿estar pasando de un video a otro sin cesar y decir que así generamos recuerdos de alguna experiencia? No. En cambio la música está ahí. La música es compañía, es terapia, es consuelo, es alegría. No es invasiva cuando se aprecia con responsabilidad. O sea, cuando no está a todo volumen mientras las demás personas desean dormir o descansar. La música es poderosa y merece la pena cuidarla, atesorarla.
Esta es una de las múltiples razones que encuentro tan fascinantes en mi carrera como músico. Y es por esta misma razón que deseo poder ir compartiendo con ustedes, poco a poco y de manera cronológica las canciones y los temas instrumentales de mi proyecto, aunque algunos de estos temas tengan más de veinte años de haber sido publicados. Ya estuve compartiendo las canciones de mi primer disco Digital Paracelsiana. Estas canciones me traen tantos recuerdos increíbles y la verdad es que la promoción y los videos han dado frutos muy interesantes, logrando que entre todas las canciones haya más de cien mil reproducciones solamente en Spotify, sin contar las demás plataformas. Ahora es el turno de mi segundo disco, Cuántica; donde también les compartiré canciones muy especiales para mi y que estaré promoviendo a través de videos y listas de reproducción para que estén a su alcance y para que muchas más personas conozcan estos temas. Para mi, si alguna de estas canciones se vuelve parte del “soundtrack” de su vida, será en verdad, uno de los más bellos tesoros que guardaré en la experiencia de mi vida, que es finalmente, para lo que nuestra existencia encuentra sentido. Celebremos la vida a través de nuestras experiencias, seres amados y queridos, pero sobre todo, dejemos que el gran poder de la música siempre nos acompañe.
Reciban un muy fuerte abrazo en donde quiera que estén.
Alex